El ex-estudiante de Camerún recuerda sus estudios en Rusia con gran ternura. La Universidad de Samara le dio un excelente empuje no solo en su carrera sino en su vida personal. En la entrevista nos confió sus recuerdos y emociones.
– Victorien, ¿cómo llegó a Rusia?
– En mi tierra natal, en Camerún estudié en el instituto en la especialidad de ingeniería eléctrica. El estudio exitoso permitía pretender a una beca en el extranjero. Después de terminar el 2o año de estudios decidí aprovechar de esta oportunidad. El gobierno me propuso escoger entre varios países. Elegí Rusia y no me arrepiento.
Cabe señalar que la beca no otorga inmediatamente el derecho de estudiar en las universidades rusas, primero había que aprender el idioma ruso. Así que primero estudié un año en la facultad preparatoria en Tver, después pude elegir la especialidad. Llegué con la intención de continuar mis estudios en ingeniería eléctrica, pero resultó que podía ser ingeniero aeronáutico. Así llegué a la Universidad de Samara.
– ¿Cómo transcurrieron sus estudios de idioma ruso?
– Aquí le puedo compartir un secreto: es muy difícil aprender el idioma ruso solo en marco a las clases de la universidad, la práctica es importante. Por lo tanto, había que ser fuerte y comenzar a hablar con la gente en diferentes lugares: en las tiendas, en la calle, en museos... Entonces es más fácil y más interesante.
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– ¿Cómo se adaptó al clima ruso?
– ¡No es fácil para una persona de África acostumbrarse a este clima! Al principio el invierno me pareció terriblemente desagradable. Pero a menudo paseaba con los amigos en la calle, a veces incluso jugábamos fútbol a temperaturas bajo cero. Por cierto, por primera vez en mi vida, en invierno me sumergí en el agua helada con mi maestro Vladímir Petróvich Pokazeiev. Al final de cuentas aprendí a querer el invierno.
– ¿Fue esta su primera y única experiencia de sumergirse en el agua helada o se arriesgó a repetir?
– Me arriesgué una vez más. O sea, en total me sumergí dos veces. ¡Después de todo es algo extremoso!
– Por favor, califique el nivel de los profesores. Bueno, además de su habilidad de sumergirse en el agua helada...
– Tuvimos profesores excelentes. Conocían bien su disciplina y lo más importante, pudieron transmitir estos conocimientos. Siempre estaban listos para responder a todas las preguntas y con gusto nos ayudaban, incluso en horas fuera de clases.
– ¿Hubo práctica en la universidad?
– Sí. No sé si hay aún universidades, donde haya tanta práctica como en la Universidad de Samara. Cada verano, en el aeropuerto Smyshliaevka, teníamos prácticas en diferentes aviones y sistemas de construcción de aeronaves.
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– ¿Qué dificultades hubo durante los estudios?
– Lo difícil para mí eran los términos técnicos. No es fácil recordar desde la primera vez. Para estar seguro de que entendí la esencia de la conferencia, por ejemplo, había que leer varias veces y a veces incluso traducir a mi francés natal. Escribir trabajos de curso y ensayos en el primer y segundo año también era bastante difícil. Gracias a Dios tuve excelentes amigos-compañeros de clase rusos - Antón, Talgat y Tatiana. Ellos siempre me apoyaban y me ayudaban a traducir las palabras técnicas del idioma ruso al francés. Con Tatiana, solíamos pasar horas analizando el significado de los términos y oraciones que no entendía ... Y dentro de cinco años nos casamos y juntos nos mudamos a Canadá.
– ¿Sus hijos hablan en ruso?
– Si, María, Samuel y Daniel hablan bien en ruso, es que en casa hablamos en ruso. Claro que en Canadá la influencia del francés e inglés es fuerte, pero el ruso sigue siendo nuestra lengua de casa.
– ¿Cómo reaccionaron en Canadá con relación a su título?
– En general, en Canadá hay comunidades profesionales de ingenieros. Para ser miembro de éstos se debe aprobar cuatro exámenes en una universidad local. Esto es para todos con excepción de los aviadores. El título de ingeniero aeronáutico es reconocido automáticamente. Yo solo necesitaba lograr ingresar a trabajar en una compañía aérea. Estaba seguro de que tengo los conocimientos necesarios en construcción y diseño de aparatos aeronáuticos, por eso inmediatamente busqué trabajo según mi especialidad.
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– ¿Tuvo dificultades con la legalización y reconocimiento del título de una universidad rusa?
– La traducción y apostilla lo hice en Moscú. En Montreal solo era necesario obtener el reconocimiento. No hubo ninguna dificultad. Posiblemente para otras especialidades sea distinto. Pero, en aviación todo es simple, cuando eres especialista.
– ¿Logró encontrar trabajo en una compañía aérea?
– Sí, me invitaron a la compañía Bombardier, donde tuve una entrevista de dos horas, después me aceptaron como ingeniero en el programa Learjet 85.
– ¿Cómo se desarrolló su carrera más adelante?
– Al principio, elaboré instrucciones de ensamblaje del ala del avión en el Learjet 85. Después de medio año me nombraron jefe del departamento de ingenieros. Después pasé al programa CRJ, donde durante varios años dirigí el departamento de ensamblaje de alas. De donde hace tres años pasé al programa AirbusA220-100\300. Ahora trabajo en la sección de control de calidad de ensamblaje de sistemas aeronáuticos.
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– ¿Cómo aplica los conocimientos adquiridos en la Universidad de Samara?
– Los principios principales de construcción aeronáutica son los mismos para todos los aviones. Todo lo que estudié en Samara me sirvió. Por ejemplo, las fallas en el sistema hidráulico son las mismas que estudiamos en la universidad. Incluso le puedo decir que a veces vuelvo a leer el compendio electrónico del Tu-154 para encontrar una solución a los problemas técnicos, para ver cómo están hechas algunas unidades especiales.
– ¿Siendo estudiante, ha viajado por Rusia?
– Claro. Visité varias ciudades: Moscú, San Petersburgo, Kazán, Tver, Anapa, Gelendzhik y muchos otros lugares a donde fuimos con los amigos.
– ¿Qué lugar le gustó más?
– Peterhof. Un lugar maravilloso, fui allá varias veces. Según mis impresiones, en segundo lugar, la plaza Roja en Moscú. Bueno y el Kremlin de Kazán y simplemente la belleza de la ciudad de Kazán me impresionaron. ¡Pero la ciudad más preciada para mí siempre será Samara!